14 marzo 2012

Los Dias Contados



Como todos, unos urgidos,
otros podridos de la madera
agotados del cuerpo,
 o indagando en el olor de la ortiga
si aquellas manos rotas, quietas, y flacas
son del pecado o hijas del miedo.
Quizá herederas de aquella enfermedad
surtida como si fuese una miscelánea de pueblo
o tan difícil que romperemos antes de empezar
átomos y extraños animales.
Manos y pies que siguieron muriendo
¡Ay! Sin cadáver. Siguieron penando.
 Están y no están. Tus pies y manos
 Pregunta el lirio moribundo
en el cuerpo de un polvo que jamás tocaré.
Los días no contados, ¡No verás!
ni veremos el racimo de tiempo aglomerado
apiñado, hecho bolas, o
hecho de lana, duradero como esqueleto duro.

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